Entrevista de Paz Encina, realizadora de "Hamaca paraguaya" por Eric Courthès

Eric Courthès

Es que el guaraní es para nosotros un cotidiano, yo nunca pensé en reafirmar una lengua ni en salvarla y ni en nada de eso. Yo quería que Ramón y Cándida sean dos personas que viven en el fin de Paraguay, lejos, lejos de todos, y esas personas que en Paraguay viven como si estuvieran en el fin del mundo solamente podrían hablar guaraní. Igualmente aquí en Paraguay el 80% de la población habla guaraní, es nuestra lengua oficial, y no nos es extraño para nada.

Paraguay, 1935. Todavía es otoño y hace calor, el calor nunca desaparece. En un lugar remoto del Paraguay, una pareja de ancianos campesinos, Cándida y Ramón, esperan a su hijo que se fue a la Guerra del Chaco. También esperan a la lluvia, que se anunica hace tiempo pero no llega; y al viento que tampoco llega; y que el calor amaine pero no lo hace a pesar de la estación. Pero sobre todo esperan a que las cosas mejoren. La pareja encara esta época de espera con diferentes actitudes: Ramón espera con optimismo; Cándida cree que su hijo está muerto, por tanto no tiene sentido continuar esperando. Estos roles se van intercalando mientras la pareja está sentada, mientras espera eternamente a que pase el tiempo en la hamaca paraguaya. Paz Encina.

HAMACA PARAGUAYA
(Sinopsis del film y entrevista de Paz Encina por Eric Courthès, diciembre de 2007)
E.C.: Paz, en el making off, declaraste que en el Paraguay "se está viviendo un pasado en presente todo el tiempo", de ahí la elección tuya de disociar imagen y sonido, con voces en off, para reflejar "dos tiempos que se vayan encontrando". ¿Podrías aclararlo a nivel histórico y técnico, para un espectador que no sepa nada del Paraguay?
P.E.: Básicamente, hasta hoy, Paraguay es un país que al lograr su independencia, tiene como presidente a un dictador: el Dr. Gaspar Rodríguez de Francia. Luego, las cosas parecían andar mejorando con el presidente Carlos Antonio López, pero de manos de su hijo, nos viene la guerra de 1870, contra Brasil, Argentina y Uruguay, un verdadero holocausto para Paraguay, luego, poco después, en 1932, la Guerra del Chaco, donde se sitúa Hamaca Paraguaya, y donde Paraguay gana la guerra, lo que sube mucho la autoestima del ser Paraguayo, pero luego nuevamente 35 años de dictadura con Alfredo Stroessner, también otro holocausto, que vino con un tinte distinto, silente, escondido, velado, pero fue también un holocausto. Siempre pienso, y casi te diría que con mucha certeza, que el ser paraguayo debe ser uno de las más nostálgicos de Latinoamérica. Creo que esto tiene que ver un poco porque a nivel histórico Paraguay no tuvo líneas ascendentes, sobre todo a nivel humano, y entonces, siempre se añora un pasado que pareciera haber sido mejor… En Paraguay, se peleó mucho para que Stroessner saliera, pero hoy por hoy, mucha gente lo añora "porque tenía las heladeras llenas" olvidando con esto, la violación a los Derechos Humanos, la falta de Libertad, el miedo, el espanto, y otras tantas cosas muy características de su gobierno. Tenemos a veces una memoria muy frágil, por ejemplo, en Argentina, se da por hecho que la Época del Proceso fue un espanto, pero aquí los Paraguayos, no reconocemos esos 35 años de dictadura Stronista como lo que fue, y entonces, se vive siempre esperando un tiempo que ya se fue, esperando que vuelva, que se repita, y buscándolo, hasta que se encuentra. Siento a veces que el paraguayo necesita añorar para vivir,
E.C.: También en el making off, Ramón del Río, magistral en su papel de peón de chacra, declara citando a Augusto Roa Bastos que "el infortunio se enamoró del Paraguay". ¿Cómo reflejaste esa desesperación por un pasado funesto y bélico que subyace en el presente?
P.E. : Creo que algo que tiene la película es en sí una estructura como circular… los diálogos lo son, las locaciones lo son… igualmente no sé si es algo como que busqué más que algo que me salió porque simplemente ese es mi cotidiano en Paraguay.
E.C. : Centrándose en la muerte de un protagonista ausente, Máximo, el hijo muerto en la Guerra del Chaco, con una madre y un padre en los cuales alternan esperanza y desesperación, tu película es muy roabastiana, o sea muy paraguaya, siendo una prosopopeya, algo muy recurrente en la obra de Roa. ¿En qué influyó este autor en vos?
P.E. :
Roa Bastos, es el único autor que nos hacen leer de chicos en los colegios, y entonces creo que eso influye mucho, pero también hubo un autor paraguayo que influyó mucho en mi escritura que es Bareiro Saguier, contemporáneo de Roa y que todavía está. Pero también tengo que confesarte algo, y es que en Rulfo es para mí donde yo veía a Hamaca interminablemente.
E.C : También resulta sumamente paraguayo el aspecto lingüístico, o sea el trabajo tuyo de doble traducción del español estándar al guaraní, para terminar con subtítulos en español paraguayo y voces en guaraní. ¿Qué simboliza para vos esta afirmación de la lengua indígena?
P.E. :
Es que el guaraní es para nosotros un cotidiano, yo nunca pens

Eric Couthès

E.C.: Paradójicamente de lo estático sale una estética de lo profundamente humano, en aquel tiempo estancado de la muerte, las almas de los personajes nos están hablando. Estoy escribiendo una novela al respecto sobre Amado Bonpland, titulada Memorias de un muerto, intuyendo lo mismo que vos, sólo la voz de un muerto o los comentarios que conlleva su muerte, pueden darnos el compás exacto de su vida y de la nuestra desde luego. ¿Qué opinás al respecto?
P.E.:
Lo único que puedo decirte de esto, es que no sé porqué, pero nosotros los paraguayos, tenemos como el mal vicio de andar llevando nuestros muertos a cuestas, no nos podemos desprender de ellos, y algunos, los llevan o los lloran como si todavía vivieran. Pienso a veces que los paraguayos todavía no nos volvimos del todo individualistas, y que entonces, el solo pensar en una separación puede llevarnos a la muerte y andar entonces todos, como almas en penas transitando los mismos caminos.


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